La balada de los bandoleros baladíes, reseñada

Por Germán Martínez Aceves*
Publicado en Boletín Bibliográfico, Universidad Veracruzana

Un signo de los tiempos: la violencia. Es cierto, no es exclusiva de los inicios del siglo XXI. La furia, el odio, el rencor, son sentimientos inherentes al ser humano, sólo que el aniquilamiento sistemático, la muerte como sistema de sobrevivencia que crece como cáncer incontrolable y corroe las estructuras sociales, se convierte en una desesperanza sin fin. Esos temas los encontramos en La balada de los bandoleros baladíes, ópera prima de Daniel Ferreira que le hizo merecedor del Premio Latinoamericano a Primera Novela Sergio Galindo. En Ferreira encontramos a un narrador sorprendente. Nacido en Colombia (1981) se ha dedicado a escribir la historia de seres que nacieron en el lado oscuro de la vida, productos de la inequidad social que no sólo es la carencia económica sino también la ausencia de amor o nobleza. Podríamos caer en el estigma fácil de que La balada de los bandoleros baladíes es un canto eterno del entorno colombiano, pero basta vernos en nuestro espejo y la realidad nos mostrará nuestro rostro actual de atrocidades y anarquías que construye la violencia cotidiana. En menor o mayor medida, podemos encontrar en otras sociedades la construcción del deterioro, la derrota de la felicidad. En La balada de los bandoleros baladíes encontramos una literatura que no se regodea en la violencia como eje sistemático que trata de hacer una apología del delito, sino que explora el mundo interior de los hombres violentos y el nacimiento de la mente criminal. En la portada del libro aparecen cinco calaveras bicicleteras de José Guadalupe Posadas y de fondo los colores de la bandera colombiana (buena combinación de ideas) que de alguna manera nos representa a los cinco personajes centrales de las historias entrecruzados en la novela. Mercenarios, cazafortunas, ladrones, prófugos de la felicidad y una madre costurera que tiene un hijo con discapacidades a quien llama La Bestia.
La novela está lejos de tener una estructura clásica; es más bien un reto al lector para que ate los cabos y cuadros diversos. La reminiscencia es parte esencial los flash backs y las fracturas sentimentales que moldean a los personajes que narran sus vidas desde la marginalidad, la indigencia o la locura en abismos de soledad absoluta. Las historias surgen del barrio caótico, de los tiraderos de la basura, del taller mecánico, de las calles sin ley, de la guerrilla que trafica con armas, del sexo que parece tener sólo razón de ser en la violación o el pago por evento y en los narcóticos evasores de la realidad. La violencia es la cotidianidad y en la novela tiene un momento extremo en la matanza en el Machox-Bar, un tugurio de trasvestis que queda sentenciado por el crimen: “Aquí estuvo la justicia”.
Si algo esquiva la vida de estos bandoleros baladíes, seres sin valor, es la felicidad, ese sentimiento raro que desaparece cuando pasa el efecto de la cocaína o la heroína, la descarga del odio y el rencor o la pérdida del dinero, oropel que cubre placeres primitivos. El proyecto abarca lo que el autor llama “Pentalogía infame de Colombia”. La primera novela es La balada de los bandoleros baladíes, continuarán Guerrilla, Una hoguera para que arda Goya, Rebelión de los oficios inútiles y Un millón de desconocidos.
Es seguro que el escritor no estará agotado y continuará construyendo con su literatura la narrativa de estos tiempos violentos. Por lo pronto esta balada es un canto del hombre arropado por la soledad y la desesperanza descrito por un escritor novel magistral.

*Escritor y cronista mexicano.