Entrevista a Daniel Ferreira, Premio de Novela Alba Narrativa 2011

*El colombiano, ganador del Premio ALBA Narrativa 2011 expresó su opinión como galardonado de este concurso internacional y reveló parte de su experiencia con la escritura. **Entrevista por Mariangel Villasana /Publicada en La voz del escriba (Cuba)
Watter, Trent Parke, Magnum

El autor de Viaje al interior de una gota de sangre, novela seleccionada por el jurado del Concurso Latinoamericano de Novela ALBA Narrativa 2011 manifestó en entrevista exclusiva al Fondo Cultural del ALBA que le atrajo que la convocatoria del certamen fuera internacional, con un premio en metálico y una perspectiva de edición alta. Dijo que “el Premio Alba Narrativa puede convertirse en una verdadera plataforma para los autores en ciernes de América Latina. Tiene una buena retribución, un doble premio y una edición decorosa. Ojalá los libros ganadores, los actuales y los próximos, tengan calidad y sean reveladores en sus formas, lenguaje y contenidos, y que el jurado tenga una probada experiencia para convertir el premio en una tribuna visible de la literatura que se escribe en el continente. Sólo con una alta calidad literaria puede consolidarse un galardón. Es mi hipótesis, claro. La publicidad tiene otras”.

¿Cuánto tiempo te tomó escribir la obra ganadora Viaje al interior de una gota de sangre?

El borrador preliminar de la novela fue uno de los primeros textos de largo aliento con que empecé a escribir. Perdió al menos la mitad de su volumen en el camino. Ha tenido 11 versiones en ocho años, y en esos años el manuscrito se redujo hasta las proporciones que tiene hoy. No recuerdo un año de la última década en que no haya pensado en cómo mejorarlo, cómo depurarlo, qué era lo que pertenecía sólo a esa historia. Es el problema cuando un escritor se plantea sagas y no ha adquirido la experiencia suficiente para resolverlas.

¿Cuál fue el elemento fundamental que impulsó esta novela?

Viaje al interior de una gota de sangre nace de una imagen generadora: un niño hace un recorrido por un paisaje de matanza. Conceptualmente, nace también de una pregunta que me sobreviene cada vez que me entero de una nueva masacre en Colombia, en México, o en Libia. ¿Quiénes eran esos seres humanos asesinados, qué vidas tenían, qué buscaban, qué soñaban, de quién eran hijos, de quiénes padres, a dónde se dirigían? Minucias que la cifras soslayan y que el periodismo no puede abordar, pero que la ficción sí. Quería narrar una masacre desde el mundo interior de las víctimas en el momento en que su vida es cegada.

¿Qué efectos quisieras causar en los lectores y las lectoras con tu obra?

El único efecto que me interesa provocar en un lector es que llegue hasta la última página. Creo que es un propósito común a todos los escritores. Mi oficio consiste en dosificar, en mantener los ritmos, en develar, en esconder, en hacer una ficción creíble mientras dure la lectura.

Cuéntanos acerca de tu experiencia como escritor

Tendría algo de cliché y mucho de infatuación decir que mi experiencia como escritor ha sido una mezcla de carencias y de anonimato. Escribir en cualquier parte de América Latina es un oficio silencioso para casi todos, pese a que hoy se publica más que nunca y se ha abierto una brecha editorial para las generaciones más recientes (y además internet empieza a influir en la divulgación de los textos). Tengo 29 años, colaboro en medios on line como Revista Hermano Cerdo de México y El Magazín de El Espectador en Colombia. Llevo un blog, como casi todos los escritores en ciernes. Antes sólo había publicado bajo responsabilidad compartida en Antologías (Novísima narrativa, Grijalbo, y dos de crónica y relato en Colombia). En unos meses tendré dos libros publicados. Llevo escribiendo la mitad de mi vida. Nada qué lamentar.

¿Hay algún autor que haya influenciado tu trabajo como escritor?

No tengo problemas de identidad con las influencias. La única forma de evitarlas sería no leer. Trato de leer doscientas páginas al día. Supongo que a todos adeudo. Sin embargo, hubo lecturas formativas que llegaron temprano en mi vida y que aun me siguen revelando aspectos fundamentales de la escritura, pero sobretodo de la tragedia de vivir en una sociedad. El Faulkner de Luz de agosto, el Jean Giono de Un húsar en los tejados, el Capote de A sangre fría, el Rodolfo Walsh de Operación Masacre, el Camus de La peste, esos son algunos autores con los que mi pobre novela está en deuda.

¿Cómo describes tu estilo literario?

Un estilo es la suma del recuerdo transmutado: todo lo vivido, todo lo sentido, todo lo soñado. Mi estilo literario está en construcción, y espero no desgastarme con una sola fórmula. La solución que te sirvió para un libro no te sirve para otro. Ahora trabajo en una novela que ocurre en el año 1900 y he tenido que aprender a escribir desde cero sobre un mundo del cual desconozco hasta los atuendos de las mujeres.

¿Hay algún aspecto relevante de tu vida que haya influenciado tu escritura?

Tres cosas descubrí en mi niñez y adolescencia que decidieron todo: el teatro, los libros de Camus y la poesía. El cine vino después, cuando me fui a estudiar a Bogotá, y aunque no puedo definir exactamente su impacto, creo que su beneficio mayor es hacerme asistir cada noche a los dramas actuales de muchos rincones del mundo. Nací en provincia, en un pueblo que vivía a la deriva entre dos violencias, la paramilitar y la guerrillera, en la década de los años ochentas. Escribo una pentalogía que aborda las violencias cíclicas de Colombia en un siglo a través de una cadena de voces. Creo que no puedo aun sustraerme al impacto de haber nacido aquí y en esta época.

¿Cuáles son tus expectativas en el mundo literario?

Mis expectativas literarias se reducen a completar Pentalogía de Colombia. Luego haré una novela sobre ciencias ocultas. También haré una biografía metafísica sobre Blaise Cendrars. Escribiré un mamotreto muy gordo que se llamará Teoría del fin de los libros, con más de dos mil ensayos, escolios y reseñas. Haré un libro de viajes, reales o imaginarios, por Asia y América. Llegaré a Europa en barco. Recorreré a pie Colombia. No sé cuántas vidas necesitaré para hacer eso.