Viaje al interior de una gota de sangre, en Puerto Rico

Reseña aparecida el Domingo 1 de abril 2012, diario El nuevo día, Puerto Rico
Como su título indica, la segunda entrega de la "Pentalogía de Colombia", de Daniel Ferreira, se perfila como un viaje hacia la inmolación.
Al principio de la novela, los atardeceres y los platos de comida (rodajas de cabro, sangre de carnero) ensombrecen la tranquilidad de un pequeño pueblo colombiano y anuncian el desastre irrevocable. El texto abre con una masacre en la que mueren unos personajes cuyo anonimato se esfumará en los capítulos subsiguientes. La novela maneja la estructura narrativa de manera distinta de La balada de los bandoleros baladíes, aunque con destreza equiparable. Ya no estamos ante un rompecabezas que cobra sentido al final, sino que presenciamos retrospecciones que permiten, no ya entender la trama, sino inclinarnos hacia los personajes. Además, por supuesto, conjeturamos las causas de la masacre, que implican a un sacerdote "comunista" y a la escuadra paramilitar que pacifica el pueblo a base de ráfagas de metralleta y tiros de gracia. Un joven que despierta sexualmente, un ebanista contratado por la iglesia, varias participantes de un patético certamen de belleza, patriarcas pueblerinos y un niño inteligentísimo habitan brevemente el texto. El hermoso y tristísimo viaje, narrado hacia lo más entrañable de sus deseos y miedos, se origina en la explosión de sangre. La explicación política (guerrilla versus autodefensa; ambos versus el campesinado; narcos y gobierno triunfantes) da pie a otras minúsculas causas de violencia: rencillas internas ante cuyas historias asistimos. Las minúsculas reyertas entre los habitantes del pueblo propendían hacia la hostilidad y el resentimiento; la verdadera violencia, sin embargo, baldea la posibilidad de odio o redención.
Puede que al final se perfile el paraíso perdido de ensueño, el espacio campestre arcádico que no equivale a otra cosa que a una existencia sosegada: a un pasado que debió ser o a un futuro no vislumbrable aún.