La violencia contenida, Margarita Valencia sobre la obra de Daniel Ferreira

Por Margarita Valencia 
[Editora, escritora, profesora]


El arte es arrojarse al vacío e ir construyendo las alas a medida que uno cae: Las palabras son de Patricia Ariza y las cita el escritor colombiano Daniel Ferreira, quien acaba de ganar el premio Clarín de Novela. Este es un premio joven (existe desde 1998) y Daniel Ferreira, nacido en 1981, es el más joven de sus ganadores hasta la fecha. De hecho es el más notorio representante de la más reciente generación de escritores colombianos, entre las cuales podemos nombrar también a Alberto Bejarano, o a Margarita García. Esta última, residente en Argentina, decía hace poco en una entrevista que no podía evitar subrayar en su ficción ciertas prácticas y hábitos de la sociedad colombiana a las que nos hemos habituado quienes las padecemos cotidianamente pero que resultan aberrantes cuando se las mira desde fuera. Ferreira, que vive en Colombia, hace lo mismo, aunque su obra es radicalmente diferente de la de García.
En el comunicado de los organizadores del premio de Narrativa Eafit, recientemente fallado, se subrayaba el hecho de que ninguno de los once libros finalistas se ocupaba de la violencia. La obra de ficción de Ferreira hasta la fecha se ocupa exclusivamente del tema: "A nosotros nos tocó dar cuenta de otro mundo, aseguró recientemente: la proliferación de las urbes, los éxodos, los destierros, los campos arrasados del siglo XX. Yo pertenezco a la tradición de la novela de la violencia a la que trato de darle una interpretación y un tratamiento estilístico distinto del de las décadas anteriores."
No es azar que cite a Patricia Ariza, quien desde el teatro se ha ocupado del tema. Ni a Daniel Caicedo, o a Osorio Lizarazo, entre los colombianos; o a Agota Kristof y Nellie Campobello.
Son muy pocas las novelas de las dos generaciones anteriores que abordan el tema de la violencia con seriedad y calidad narrativa. En cambio la industria editorial se dio un banquete con las historias indigestas e indigeribles de secuestrados y secuestradores, asesinos y sobrevivientes, empeñados todos en evacuar sus miserias sobre unos lectores que, comprensiblemente, prefirieron la frivolización de la muerte a su vivencia cotidiana.
La obra de Ferreira marca, esperamos, un hito en la vida del país y de su literatura. Uno en el cual, quizás, ya lo peor quedó atrás y podemos enfrentarlo, horrorizados pero listos para seguir adelante.

Editorial del Programa radial Los Libros, emitido por Radio Nacional de Colombia
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